Driller (1987): Un pionero en los mundos 3D
En 1987, la compañía británica Incentive Software lanzó Driller, un juego que se convirtió en un auténtico punto de inflexión dentro de la industria. Publicado por Incentive y distribuido por Activator Software, el título destacó por estrenar el revolucionario motor gráfico Freescape, considerado el primer sistema en permitir mundos 3D completamente explorables en tiempo real en ordenadores personales.
El contexto histórico
A mediados de los 80, la mayoría de los videojuegos en microordenadores utilizaban gráficos en 2D o perspectivas isométricas con limitaciones técnicas. En ese panorama, Driller rompió moldes al ofrecer entornos tridimensionales poligonales que el jugador podía recorrer libremente, algo que hasta entonces parecía exclusivo de costosos equipos de simulación.
El juego apareció inicialmente para ZX Spectrum, Commodore 64 y Amstrad CPC, y más tarde fue adaptado a Atari ST, Amiga, MS-DOS y Amstrad PCW. Su lanzamiento fue recibido con entusiasmo tanto por la prensa como por los jugadores, ya que abría una ventana hacia el futuro del 3D en los videojuegos.
La historia y la misión
La trama de Driller sitúa al jugador en una colonia minera establecida en la luna Mitral, parte del sistema planetario Evath. Durante las excavaciones, se detecta una acumulación peligrosa de gas, capaz de provocar una catástrofe si no se libera de forma controlada.
El jugador toma el control de un vehículo de exploración llamado "Hoverplane", con el objetivo de instalar perforadores (drills) en lugares estratégicos de la superficie para liberar el gas antes de que ocurra un desastre. El desafío no solo era encontrar los puntos adecuados, sino también gestionar recursos como el combustible y evitar defensas automáticas.
El motor Freescape
El verdadero protagonista de Driller fue su tecnología. Freescape permitía gráficos 3D vectoriales sólidos, con libertad para mirar en todas direcciones y desplazarse en un entorno abierto. El jugador podía explorar, observar y actuar en un espacio tridimensional, algo totalmente novedoso en 1987.
Este motor sentó las bases para títulos posteriores como Total Eclipse (1988), Castle Master (1990) y 3D Construction Kit (1991), este último un editor que permitió a los usuarios crear sus propios mundos en Freescape.
Recepción y legado
En su momento, Driller fue aclamado por la crítica. Revistas como Crash o Your Sinclair destacaron su innovación, aunque también señalaron su lentitud en máquinas como el Spectrum debido a la carga que suponían los cálculos 3D. Aun así, el impacto fue indiscutible: abrió el camino a los juegos de exploración tridimensional y mostró que el futuro del videojuego pasaba por la inmersión total en mundos virtuales.
El legado de Driller se mantiene vivo como pionero del 3D en tiempo real, un título que, con sus limitaciones técnicas, anticipó experiencias posteriores como Doom (1993) o incluso los mundos abiertos en 3D de los 2000.
Conclusión
Driller no fue solo un videojuego de acción y estrategia, sino también una demostración técnica que revolucionó la manera en que los jugadores podían interactuar con mundos virtuales. Su audacia tecnológica lo convierte en un clásico histórico, recordado como el primer gran paso hacia los entornos 3D modernos.
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